camino

Camino de encuentro

Primero, la idea de ser cura, después, vino la teología. Cuando empecé a participar en los encuentros de la Renovación Carismática Católica de mi ciudad escuchaba muchos predicadores, personas que articulaban muy bien las ideas y el discurso para ofrecer respuestas a preguntas que me hacía, no sólo como creyente sino como persona. Con el tiempo me fui dando cuenta que esos predicadores que admiraba habían estudiado teología. Yo también quería estudiar “eso”.

Recuerdo muy bien que cuando entraba al Seminario tenías que “padecer” por cuatro años la formación filosófica para formarte como cura. Después vendría lo realmente importante. Tal vez era muy chico o muy infantil para comprender por qué debía estudiar filosofía, y que sin ella no podría haber teología. Después de empezar mis estudios teológicos decidí dejar la vida religiosa y buscar nuevamente la filosofía. Tenía una deuda con ella, y también con la literatura. Así que terminé mis estudios de Filosofía y Letras y me adentre en el mundo de los teólogos con nuevos impulsos y renovada energía.

 

La teología llegó a mí primero como una pregunta, aunque no lo reconocí en ese momento. Me preguntaba por un sentido, por una dirección, por aquello que me contenía pero que no entendía. Vino la labor académica, es decir, el ejercicio de lectura, escritura, investigación, debate, etc. Con el paso de los años fui comprendiendo que la tarea teológica es más que una tarea académica, un paper que debía escribir o una investigación que debía realizar. Ella se convirtió en una herramienta para leer el mundo, para analizarlo y disfrutarlo, para expresar lo que siento y pienso y para comunicar lo que hay en el corazón.

Entonces, para mí la teología empezó a ser música, poesía, literatura, cine, historia, sociología, psicología, filología; empezó a ser ciencia y a ser arte. Sin dejar el rigor académico, ella se volvió una forma particular y mística de expresarme, especialmente desde las Sagradas Escrituras.

Ahora, siendo cura, descubro que el ejercicio teológico habita de una manera especial en mi labor pastoral diaria. Leer, escribir, escuchar y debatir con otros sobre teología me ayuda a realizar una tarea pastoral más cercana y efectiva con mi comunidad. Porque mis preguntas también son las preguntas de mis hermanos, y mis respuestas pueden ayudar a otros a descubrir las suyas. Comprendo entonces que el hacer teológico se ensancha más allá de las fronteras de los libros, los salones de clases, los seminarios y facultades para encontrarse con la gente que se sienta en las bancas de una iglesia preguntándose por el sentido del dolor y el sufrimiento en sus vidas, o con la gente con quien converso desprevenidamente en el gimnasio o en el supermercado y que también se preguntan sobre el porqué están vivos.

Encuentro en TeoUnder una forma de expresar esa cercanía que muchos tenemos con el saber teológico, no sólo como algo que hacemos, sino como lo que somos: buscadores, pensadores, educadores, artistas, creyentes. Esta es una ventana para asomarse al mundo desde una experiencia particular de fe que se vuelve universal por causa de la disciplina teológica.

TeoUnder es una experiencia que une a un metalero, una hippie y un cura de pueblo para responder positiva y creativamente a los retos de ser creyente en el mundo contemporáneo.

Diego Buriticá. Nació en Medellín, Colombia en 1975.  Es sacerdote de la Diócesis Católica de Worcester (Massachusetts, Estados Unidos). Licenciado en Filosofía y Letras y magíster en Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana. Antes de ser sacerdote participó en varios proyectos artísticos en danza y música. Ha trabajado como productor y realizador de radio y televisión en varios medios católicos. Actualmente es Pastor Asociado de la Iglesia St. Leo’s en Leominster, Massachusetts, y acompaña la comunidad de Renovación Carismática Católica de la Diócesis de Worcester y de la región de New England en Estados Unidos.

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