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El canto de los crucificados

La celebración de la Semana Santa anuncia un movimiento cíclico. Se acaba el invierno y las aves cantan el nacimiento de la vida. Los pueblos elevan sus ofrendas, los profetas anuncian esperanza, las sacerdotisas adivinan, y a la vez lloramos nuestras pérdidas. 

En este giro anual se instala una de las celebraciones más hondas para el cristianismo: su Dios encarnado ha muerto con las semillas de la noche, aunque no puede quedarse anclado a los márgenes del tiempo, los trasciende y resucita.

Sentencia

“Hemos encontrado a éste incitando a la rebelión a nuestra nación, oponiéndose a que paguen tributo al César y declarándose Mesías rey”. Esta es una de las frases más auténticas que conservan los evangelistas. No la pudo ocultar la historia de las iglesias. Esta es la base de la condenación del hombre rebelde e invita a vivir el regalo irrepetible de la fiesta. Él se viste como los lirios y duerme con los zorros, no paga ningún precio sino el del agradecimiento. Es condenado por los impostores, sentenciado como escarmiento por su rebelión metafísica. Ha entronizado a los campesinos y se ha dejado rodear por un séquito de prostitutas viejas. Se ha montado sobre un asno parodiando la entrada triunfal del César. La libertad merece la muerte, gritan los hacedores de murallas.

La última cena - Jacopo Bassano

La cena

Un encuentro a puerta cerrada. Pocos pudieron recopilar las palabras que son su testamento. Cae la noche. Hay tristeza. Abre su herida. Parte el pan y vierte el vino. Antiguas libaciones conectadas con los rituales dionisíacos, con los cultos más antiguos, memoria profunda que a todos los buscadores nos hace semejantes en un fondo en el que las superficies son, eso, superficiales. Ceres. Osiris. Pachamama. Chicomecoatl. Canibalismo sagrado. Hace del Misterio un símbolo. El que coma su carne y beba su sangre no tendrá sed jamás. Ego sum panis vitae. Banquete sagrado en el que se adquiere una fuerza numinosa. Para algunos místicos es la unión matrimonial con la ausencia. En el caso del evangelista, también de Pablo, es banquete, celebración, ritual divino de comer y beber de Dios en la carne de un hombre que pronto será expuesta como banquete de carroña. Prepara la mesa y reúne en platos de barro las semillas que caen a la tierra.

La Coronación de Espinas - Anton van Dyck

La cruz

Pensar a Dios como un muerto, un abandonado que deambula por las calles de Jerusalén con un instrumento de tortura a sus espaldas. En Jesús, muere Dios. Dios ha muerto, gritaba el loco que dibuja Nietzsche: “¿Cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene de continuo la noche y cada vez más noche? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina?” Dios ha muerto. Lo hemos visto, impotente, crucificado entre bandidos. La muerte de Dios acontece cada día, también su aliento. Muere con nosotros, entre los crucificados de la Via Apia, entre sus hermanos los judíos en los campos de concentración, entre los desaparecidos de América Latina. Marchamos a la cruz, la horca, la sierra, mañanas sin tierra, desgarradas.

Santo Entierro - Caravaggio

El descenso

Me pierdo en el cuadro del pintor flamenco Peter Paul Rubens: El descendimiento de Cristo. Los hombres se esfuerzan para bajar con delicadeza, envuelto en una tela blanca, a quien fue la vida. Ese cadáver ahoga mi grito. Transformó el agua en vino, partió panes de la nada y ahora no nos queda más que el milagro de su féretro. Un aguasangre se derrama por sus piernas. Otoño. Invierno. La vida tiene estaciones. Ergo factum fuit silentium. Es de ver el rostro de la madre, la mirada perdida de las mujeres, la tristeza en los ojos de los amigos. Silencio del universo con cada muerte sin sentido cuando muere el sentido. Dios ha muerto y el desierto avanza. Dios despojado de Dios. La hora más oscura del universo es cada hora en la que bajamos de la cruz. Somos un ave en caída.  

Antonio Ciseri - El Entierro

Silencio

Cuando un Dios muere no se puede esperar sino el invierno. La tierra se tiñe de cenizas blancas. La deidad sediciosa ha sido colgada y muerta. ¡Ecce homo! ¡Mirad al hombre! ¡Ecce Deus! ¡Mirad a Dios en una cruz! Veo esclavos usados por los romanos como árboles de carne. Distingo a lo lejos una antorcha viva para asegurar el resplandor del imperio. Ninguna potestad se ha forjado sin cadáveres debajo, sin rostros de niños aplastados por la bota. Jesús de Nazaret, voz del acontecer-totalmente-otro, se hizo silencio. 

William Adolphe Bouguereau - Santas Mujeres en el Sepulcro

La vida

La nada, llega la nada, muerto el maestro, dicen dos de sus amigos que caminan por las afueras de la ciudad. ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que desconoce lo que ha sucedido?, le dicen a un peregrino que pregunta por la razón de su tristeza. Devoraron los ojos a la libertad. Como un bandido fue colgado el Dios impotente y, con él, nosotros.

El forastero los confronta: No tengan miedo: el tiempo no existe, la eternidad lo ha despedazado. Ad illas quid quaeritis viventem cum mortius. ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? El trigo sembrado en el invierno volverá en la primavera convertido en pan de casa para la celebración al calor del fuego. Ha brotado su carne de la oscuridad. La tumba está vacía. No puede ser de otra manera, cuando las vidas, plenas de carne, se desbordan alma.  

Matthias Grünewald - Resurrección
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