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Sweeney Todd, el sistema desenmascarado

Mirar con detenimiento la realidad y descubrir en ella la presencia/ausencia de las distintas manifestaciones y comprensiones de lo divino, que habita y transforma esa misma realidad, es una de las labores de la teología. 

Para hacerlo, ella recurre a otras disciplinas y ramas del conocimiento que aportan nuevas y diversas perspectivas del fenómeno humano, porque la comprensión de la divinidad es, en sí misma, una comprensión de la humanidad.  

El artículo que a continuación presentamos no parece ser propiamente teológico, pero ofrece elementos de análisis que pueden ayudar a entender, desde la perspectiva del cine, aquello que también le interesa a la teología: comprender a la sociedad con sus formas económicas y políticas particulares que describen la condición humana. 

La película Sweeney Todd, dirigida por Tim Burton en el año 2007, recapitula el “Suburbismo gótico” que tanto distingue el estilo del director combinado con un estilo visual único -según, Martyn Conterio- , que mezcla la estética del arte europeo de los siglos XIX y XX y el kitsch estadounidense. Esta vez abordando la famosa historia de Benjamin Barker, un barbero que es expulsado de Londres y que se convierte en un ser hambriento por la sangre y dispuesto a aniquilar en su barbería a quien sea necesario. 

Sweeney Todd es una historia sobre la deshumanización causada por un sistema capitalista corrupto en el que la solución es escaparse o alcanzar propias motivaciones a través de él. Todd, su protagonista, es un ejemplo del monstruo creado por un capitalismo que busca alcanzar ciertas metas utilizando el mismo sistema como arma.

Alguna vez Todd fue un hombre que vivió una vida pura y encontró felicidad en valores dados por el amor y la familia, valores que el sistema aparentemente no podía quitarle, pero que el juez Turpin no tuvo problema en robar: se llevó a su esposa y su hija y, con estas dos, también la solidaridad y sensibilidad de Todd, quien más tarde regresa para vengarse, pero, abandonando la inocencia que tenía en sus tiempos de felicidad, reconoce el “mierdero”  que es Londres, ciudad capital de la industrialización en la era victoriana caracterizada por el surgimiento del pensamiento utilitarista y capitalista que en muchos casos obedecía a frases célebres como: “mayor beneficio sin importar el sacrificio”. 

Convirtiéndose en un problema para muchos, al ser tergiversado y aplicado por un solo ente poderoso, como es el caso de Turpin, figura aristocrática la cual es una clase social que se ve bajo amenaza, debido a ciertas reformas democráticas que se hacen en el parlamento inglés, además de ser amante de rutinas esclavistas (en vista de la manera en que encierra a la hija de Todd), práctica que estaba siendo finalizada junto con el trabajo inhumano que se ejercía a mujeres y niños de la época. Por esto siendo un ser frustrado con poder en la sociedad en la que vive, necesita recurrir a prácticas de este tipo para obtener lo que desea. Su nombre no es suficiente y hasta su frustración sexual debe ser abordada por un esfuerzo de carácter individual que manifieste dominación sobre las clases inferiores.  

Para que Todd pueda ingresar de nuevo  a la sociedad londinense y alcanzar la finalidad de sus motivaciones (matar al juez), debe participar en la competencia propuesta por el sistema para que el individuo obtenga éxito. Así, Todd debe someterse a las reglas de juego para obtener reconocimiento de las altas clases sociales de la sociedad jerarquizada en la que vive.

Previo a los acontecimiento causados por Turpin, Todd era un ser capaz de satisfacer sus necesidades básicas sin dejar de sentir amor por otro ser. Pero, al momento de querer cultivar la venganza, necesita estar inmerso completamente en el trabajo para poder lograr sus fines. La sociedad requiere que trabaje porque solo al adquirir capital puede tener influencia en las esferas de poder. Su trabajo parece voluntario al manifestar amor por sus herramientas, pero en realidad se trata de una labor forzada por inconvenientes causados en años anteriores.

Teniendo esto en mente,Todd desafía al señor Perelli, famoso barbero estafador que vende lo que dice ser una sustancia líquida que puede ayudar a crecer el pelo a quienes lo han perdido, aunque en verdad se trata de orines en una botella. Durante la competencia, Perelli trabaja a su ritmo, guiado por canciones que parecen indicar un amor por su arte, y trata de armar un show para vender su imagen. Pero Todd realiza un mejor trabajo sin necesidad de fomentar espectáculo, llevándolo a eliminar la competencia y ejemplificando que en esta sociedad, para prosperar, se trata en esencia de conseguir mayor beneficio al menor costo.

Tras ganar el desafío entre barberos, Todd comienza un negocio con la finalidad de adquirir cierta fama y así obtener una posición alta en la sociedad que le permita tener acceso a la cima de la jerarquía. Pero para alcanzar una posición más alta y de reconocimiento en el mercado laboral, la Sra. Lovett y él deben encontrar alguna particularidad que les permita sobresalir. Es aquí donde emprenden el canto llamado “pequeño sacerdote” que expone la forma en que realmente funciona el sistema o sociedad actual en la que viven, repitiendo frases como “es un hombre devorando al hombre querido, ¿y quiénes somos nosotros para negarlo aquí?”. Así desenmascaran las supuestas normalidades la sociedad, pero estas no son más que un juego constante de puñaladas en la espalda, un entorno regido por la ley de la selva. A partir de estas declaraciones encuentran que la mejor manera de sobresalir es aniquilar a la sociedad usando sus propios medios, y acercarse solamente a quienes les generen beneficio (sus consumidores).

Lovett y Todd están inmersos en la competencia creando pasteles de carne humana y castigando a la sociedad en la que viven. Ellos usan al sistema como herramienta para castigar los pecados ocasionados por quienes también lo utilizan para beneficiarse. De manera paradójica, el sistema es de beneficio para todos pero solo se ejerce de forma sucia, causando el mal. Bajo esta forma de comportamiento eliminan a la competencia en la ciudad, como a la Sra. Mooney, quien según la Sra. lovett, usó gatos para obtener la carne de sus pasteles, pues el precio de la carne era muy alto. Esta canción también es de gran importancia porque básicamente explica cómo en el capitalismo la jerarquía social y económica se pueden cambiar fácilmente cuando se encuentra una forma de innovar dentro del sistema, además de ser también un reflejo de cómo las prácticas del canibalismo no se distancian mucho de la forma en que el sistema pone a algunos en una alta posición,  deshumanizando las labores y esfuerzos realizados por los individuos en la parte más baja de la pirámide social, además de ser un perfecto ejemplo de la radicalidad a la que puede llegar el consumismo, pues los pasteles de carne humana son la epítome del consumismo capitalista: un consumo sin rostro humano.

Todd es un ejemplo de cómo, según la lógica del capitalismo, para poder lidiar con monstruos, se debe ser también un monstruo. La sociedad y la autoridad no son benéficas al tratar con las emociones y la salud mental de sus individuos. Cada quien tiene sus propias ansias de poder y detenerse implica ser devorado por quien comparta ideas similares. Si bien la individualidad alguna vez consistió en buscar aquellas cosas que le hacen feliz, en este caso implica que el individuo debe resolver sus problemas por sus propios medios, porque el resto de la humanidad fácilmente lo dejará morir. Pensamiento proveniente del utilitarismo de la época que, en lugar de cultivar una idea de virtud similar a la planteada por figuras de la filosofía griega como Aristóteles -que finalmente abogaban por la plenitud del ser (Eudaimonia), siendo esta un punto medio entre el exceso y el defecto-, convertiría a la felicidad en un exceso degenerativo. 

Esto nos lleva a un punto importante respecto a los valores dentro de las relaciones humanas: la sociedad ha desechado el valor de la humanidad. En el mundo que dibuja la película, no existen lazos de hermandad que valoren la dignidad del otro ni se encuentra placer en los logros que no son propios (como puede ser el hecho de fundar una familia, en el caso de Todd). El valor resulta ser algo que ahora se puede poseer por medio de la adquisición. Se cree que sólo los ricos y poderosos pueden tener los valores que desean y para competir contra estas figuras se debe perder la propia humanidad solidaria. 

El capitalismo genera un individualismo competidor que hace que el hombre se separe de los otros. Todd es un ejemplo de la alienación causada por las dinámicas de dicha sociedad, igual que la señora Lovett y su apariencia física. Sus características góticas fácilmente pueden ser reflejo de la manera en que la literatura gótica fue en su momento una contraposición a la industrialización europea. 

Aún en su momento de revelación por medio de la canción “Epiphnay”, donde dice estar vivo otra vez, no se trata más que de una aceptación de su deber dentro del sistema para llevar a cabo aniquilaciones y lograr sus metas. Similar a las muertes causadas en un entorno de competencia en busca del capital, Todd acepta ser una bestia más de la sociedad que lo ha llevado a corromperse.

La señora Lovett adopta los preceptos que devienen de este capitalismo salvaje, y por eso su deseo sexual y su contexto le permiten obtener (evadiendo competencia innecesaria) al hombre que desea. Ella está interesada en hacer que Todd prevalezca dentro de la monstruosidad hasta el punto de matar a su propia esposa, así sea en términos emocionales. Como vemos, el capitalismo no es solo una fuente del deterioro económico que necesita del empobrecimiento de unos para que otros puedan enriquecerse, sino también una fuente del empobrecimiento físico y emocional causado por la explotación y dominación de los más poderosos, tal como es el caso presente de Todd al ser abusado por Turpin.

Lovett es el capitalismo desenmascarado. Primero desea un negocio exitoso, es decir, prosperidad a través de los ingresos, para luego establecer una familia a través de los medios que el mercado le provee. El niño que adopta (Tobey) no solo es la figura de un hijo, sino también una herramienta de trabajo para promover el negocio. La moral tradicional de la familia como la honestidad, la transparencia, la pureza, el deber y responsabilidad que se debe tener sobre el estado en que se encuentra cada componente de la familia se va a la basura. Ella finalmente quiere un hogar junto al mar (canción “by the sea”) como reflejo del sueño óptimo capitalista que pocos pueden adquirir pero que por medio del mercado pareciera ostensible. Los valores familiares se reemplazan por algo más fácil de obtener por medio de acciones materiales y obligaciones laborales que cada vez deshumanizan el entorno que los rodea. Tanto Lovett como Todd se nutren del mercado para obtener sus propios fines. 

Si fuésemos a decirlo en términos de Marx, el trabajo la transforma a ella y al mundo al que pertenece. Ell trabajo transforma al trabajador y, en el caso del capitalismo, dicha transformación no es positiva. En el transcurso de la historia de Todd, esta transformación se revela perfectamente: en un inicio sentía que su trabajo era digno, en la canción “My friends” esto es evidente, Todd se reconoce en su trabajo, sabe que sus instrumentos son sus amigos y ve que por medio de su trabajo sus ideas se hacen realidad aún para realizar venganzas. Sus herramientas crean arte sobre el rostro de las personas (como se evidencia en su primer intento de matar al Juez en su canción “Pretty women”). Pero, una vez Todd se somete completamente al sistema, le empieza a costar reconocerse en su trabajo y por ese motivo termina perdiendo el control, hasta el punto de matar a su mujer. El trabajo que alguna vez consideró dignificante y apasionante termina siendo un trabajo que no es suyo sino del sistema al que decidió pertenecer. 

A medida que avanza la historia, lo que en principio parecía ser la manera en que Todd  podía aprovecharse del sistema para vengar el amor que había perdido, se convierte en una forma de encarcelamiento propio. Todd destruye cualquier signo de amor o valor que había tenido en una vida pasada. Su motivación lo consume hasta el punto de que su labor constante es aniquilar a quien pase por su puerta. El capitalismo hace a los individuos consumidores de ellos mismos, hasta el punto de matarse y hacer pasteles con sus cuerpos. 

Las ansias de Todd crean una adicción al trabajo que se combina con su deseo por aniquilar a Turpin y recuperar a su hija, lo que lo envuelve en una sociedad de consumo y capital que pierde el sentido del porqué de su trabajo, hasta el punto de consumirse él. Solo al perderlo todo puede ver la manera en que el sistema lo consumió, y recupera cierto sentido de su humanidad para ser asesinado por un producto del monstruo (el niño) que necesita de otros monstruos para sustentarse.

Por lo anterior, Sweeney Todd es un reflejo de cómo el capitalismo salvaje, con sus matices de competencia y consumo, deshumanizan la solidaridad del individuo hasta el punto de ofrecerle el salvajismo como medio para sobrevivir. Las necesidades básicas que hacen parte de la naturaleza del hombre y los placeres que devienen de estas no necesitan de un mercado o sistema político para ser llevadas a cabo. Ellas son reemplazados por la fuerza corrupta que encarnan quienes se encuentran en la cima de la jerarquía y cuyas prácticas llevan a generar un deseo por aspirar a reemplazarlos, teniendo que obedecer a prácticas casi idénticas.

 

Sweeney Todd es un reflejo de cómo el capitalismo salvaje, con sus matices de competencia y consumo, deshumanizan la solidaridad del individuo hasta el punto de solo ofrecerle el salvajismo como medio para sobrevivir.

Joshua I. Ramírez Donner es estudiante de Ciencias Políticas en Colombia. 

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