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Los tres reyes magos y los Boy Scouts. Solemnidad de la Epifanía

Cuando estaba más joven, me uní a los Boy Scouts porque tenía una fascinación especial por la aventura y la exploración. Era como si quisiera siempre encontrar algo nuevo, aprender algo distinto. Me gustaba mucho una actividad en la cual teníamos que seguir ciertas señales de pistas para encontrar algo. Cuando me hice adulto incorporé en mi firma una de esas señales. Además de mi gusto por viajar, por moverme, por estar al aire libre, siempre me han llamado la atención las personas que buscan, que tienen una actitud de indagación, los que preguntan, los que cuestionan, los que exploran. 

Todos los seres humanos nos preguntamos, de diversas maneras, por el sentido de la existencia, la razón de ser y estar en el mundo. Además, nacimos equipados para ello, tenemos las herramientas necesarias para hacernos ese tipo de preguntas y para encontrar respuestas. A lo largo de la existencia vamos resolviendo esas dudas, esas inquietudes profundas. Es un ejercicio interesante, porque en la medida en que nos respondemos, se van creando más preguntas, y las siguientes respuestas abrirán nuevos interrogantes. Así se configura la dimensión de la búsqueda, de la pregunta, de la exploración. 

La celebración de este fin de semana, la Epifanía, que hace parte del tiempo de la Navidad, nos permite explorar esa dimensión importante en la vida espiritual que además tiene repercusiones en las relaciones que entablamos con los demás, en las decisiones que tomamos todos los días, en las elecciones que hacemos a lo largo de la existencia.   

EPIFANÍA es una palabra griega muy sonora, significa “manifestación.” Hay dos protagonistas especiales en el relato de Mateo (2:1-12): los magos de oriente (sería más conveniente llamarlos “sabios”) y la estrella. Los sabios buscan, la estrella señala. También hay un antagonista en esta historia, Herodes. El rey también busca, aunque con una intención distinta.  

Dice el relato del evangelio de Mateo: Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.

Muchos intérpretes de la Biblia coinciden en la relación que existe entre el sentido universal del mensaje de Jesús y la presencia de estos reyes venidos de oriente (no judíos) como parte de la historia del nacimiento del Mesías. Un sentido universal que viene anunciándose desde el tiempo de los profetas: “Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora… Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor” (Isaías 60:3.6).

La palabra “magos” (maggi, en griego) tiene una connotación especial. No son ilusionistas o aquellos que hacen trucos. Son sabios, buscadores, indagadores de sentidos que se esconden en la sabiduría antigua y nueva. Estos personajes no solo representan a todos los pueblos del mundo que se sienten atraídos por un mensaje de salvación. Ellos también representan a los que buscan, a los que se preguntan, a los que dedican su vida, o parte de ella, a encontrar respuestas al misterio de la existencia. Estos sabios-magos-reyes de oriente representan esa dimensión de humana que se interroga, la dimensión del “por qué/para qué” que se manifiesta en los primeros años de la vida y que no nos abandona, aunque la descuidemos. 

Todos nosotros, hombres y mujeres de todos los tiempos, de alguna u otra manera, estamos buscando algo en la vida, de manera consciente o inconsciente... Por lo tanto, la Epifanía de Jesús es, ante todo, un acontecimiento existencial que se sincroniza con esa dimensión humana de la búsqueda.

Estos sabios han visto aparecer una estrella, como un signo cósmico de que algo importante ha sucedido. Se han explorado algunos posibles fenómenos astrales alrededor de la época del nacimiento de Jesús (la aparición de una supernova, por ejemplo). Pero tal vez, la expresión “vimos surgir su estrella”  se refiere más bien al texto del libro de los Números (24:17): “Una estrella saldrá de Jacob, Y un cetro se levantará de Israel”.

La estrella es el símbolo de las distintas pistas que vamos encontrando en el camino para acercarnos a las respuestas que necesitamos y descubrir el sentido de la existencia. Ella representa la contraparte de la dimensión de búsqueda de los seres humanos. Ella es la señal dada, la pista otorgada que guía el camino de los buscadores para descubrir algo.

Aquí la fe cristiana otorga un dato importante: Dios se ha manifestado, Él ha querido hacerse visible, ha mostrado su presencia para que quienes buscan respuestas puedan hallarlas. 

Esto es precisamente lo que celebramos hoy. Todos nosotros, hombres y mujeres de todos los tiempos, de alguna u otra manera, estamos buscando algo en la vida, de manera consciente o inconsciente. Buscamos una persona, una profesión, un oficio adecuado, una compañía, una amistad. Buscamos la razón de la ausencia o la presencia de algunas personas en la vida, el sentido de algunos acontecimientos . Y en todo ello buscamos, finalmente, un sentido a esto que llamamos “existir”.

El Dios de Jesús es uno que se ha manifestado (y lo sigue haciendo) para dar respuestas a nuestras inquietudes más profundas. Por lo tanto, la Epifanía de Jesús es, ante todo, un acontecimiento existencial que se sincroniza con esa dimensión humana de la indagación. 

Ante tal descubrimiento, los magos de oriente se postran en adoración ante la presencia del rey que estaban buscando. Ellos reconocen que este niño es singular, único. En el gesto reverente hay una confesión de fe. Dios se ha hecho hombre para responder a la necesidad humana de encontrar sentidos, respuestas, caminos ante las inquietudes profundas del existir. 

Por lo tanto, esta es una celebración de esperanza. Toda búsqueda resulta en un encuentro, toda pregunta termina en una respuesta, todo camino emprendido trae un aprendizaje y toda aventura deja una lección. 

En cada campamento al que asistí con mi tropa de boy scouts aprendí algo importante, pero siempre me quedaba con las ganas de explorar más. En el fondo, lo que quería conocer era un misterio más profundo que se encierra en la naturaleza y que se manifiesta en ella misma. No me sorprende que ese deseo de conocer más me ha guiado hacia el sacerdocio. 

Dios se ha manifestado en la realidad de todos los seres humanos y podemos encontrarlo, porque Él quiere dejarse encontrar. 

Feliz día de la Manifestación del “Dios-con-nosotros”.

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