senales-de-transito-620x264

Señales para seguir avanzando. IV Domingo de Adviento

Este fin de semana tuve la oportunidad de ver la película “Los dos papas” en Netflix. La historia, básicamente, se centra en una supuesta conversación que tuvieron el papa Benedicto XVI, cuando aún era Papa, y el cardenal Jorge Mario Bergoglio, cuando aún era arzobispo de Buenos Aires. Aunque la película presenta algunos acontecimientos reales, no todo lo que en ella pasa ocurrió. Aun así, esta supuesta conversación deja entrever el alma de estos dos personajes, sobre todo, en una cuestión que llamó profundamente mi atención, y que considero hace que la película sea valiosa: la capacidad (o incapacidad) de prestar atención a la voz de Dios por medio de señales que percibimos a lo largo de la vida. Y no digo más, porque no quiero arruinar la película.  

De alguna manera, lo que tenemos en las dos lecturas de este fin de semana es algo parecido. Dos hombres que piden y reciben señales que son comprendidas como “la voz de Dios” que habla de manera personal. 

La primera de las narraciones está tomada del libro de Isaías (7:10-14). El rey Ajaz, ante el inminente peligro de invasión al reino de Israel por parte de sus enemigos del norte, recibe una profecía (mensaje) de parte de profeta: “He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel” que significa “Dios con nosotros”.  Posiblemente la profecía se refiere a Exequias, hijo de Ajaz. 

Esta señal que recibe el rey abre la esperanza de un futuro de paz para un pueblo que constantemente es asediado por sus enemigos, grandes y pequeños, y que a veces se ve sin más recursos para su defensa que la fe en una intervención divina. Por lo tanto, la señal es también una promesa por parte de Dios de no abandonar a su pueblo al suscitar, en medio de ellos, un líder que los protegerá de sus enemigos. Pero el pueblo tiene que seguir avanzando, no detenerse en la marcha y confiar en que este rey llegará. 

El relato del evangelio de Mateo (1:18-24) nos cuenta la versión del nacimiento de Jesús desde la perspectiva del papá, José. También éste, como María, recibe la visita de un ángel que cambia sus planes. José quiere divorciarse de su prometida, tal vez ya había escuchado la versión de los hechos de boca de ella (la anunciación del ángel y la encarnación del Jesús), pero no ha logrado comprender este asunto misterioso. José también se pregunta en su corazón cuál es la mejor decisión, qué camino debe tomar. Entonces percibe la voz de Dios que le dice: “No dudes en recibir a María en tu casa. Sigue adelante con los planes de matrimonio y no te detengas”. Solo imaginar la confusión de José me provoca cierta empatía hacia su angustia.

Ambos son anuncios de salvación que quieren asegurar la presencia de Dios, de un plan o una intervención divina en medio de un momento de caos y confusión. 

A veces es difícil saber si las decisiones que tomamos son las adecuadas, quisiéramos tener la respuesta de antemano para no equivocarnos…

Creo que se nos dan señales en cada paso de la historia personal y colectiva, y que nos hablan de la presencia del Dios que camina con nosotros, no para librarnos las equivocaciones, sino para aprender de cada experiencia. 

Los seres humanos hacemos planes y nos aventuramos por rumbos en la vida que determinan nuestro futuro. A veces es difícil saber si las decisiones que tomamos son las adecuadas, quisiéramos tener la respuesta de antemano para no equivocarnos. Entonces el desespero y el miedo hacia lo desconocido hace que caigamos en la trampa de soluciones inmediatas o salidas fáciles. Pero no creo en las bolas mágicas que adivinan lo que va a pasar y que nos evitan cometer errores.  Creo, más bien, en las señales que se nos van presentando en cada paso de la historia personal y colectiva, y que nos hablan de la presencia del Dios que camina con nosotros, no para librarnos las equivocaciones, sino para aprender de cada experiencia.  

Tanto el rey Ajaz como José, tuvieron que dar el paso de la fe y confiar en esas señales que se les entregaron para seguir avanzando, para no quedarse paralizados observando cómo la vida pasa y las dificultades toman control. De igual modo, los dos personajes de la película “Los dos papas” (Benedicto XVI y Francisco) tuvieron que seguir adelante, a veces en medio de la incertidumbre, para finalmente percibir la voz de Dios que les hablaba silenciosamente en la noche oscura de sus vidas.

Ya casi vamos a celebrar la solemnidad de la Navidad. El nacimiento de Jesús es una señal que se nos entrega a todos los seres humanos para descubrir que Dios, al encarnarse, quiso hacer parte de esta aventura humana con todas sus vicisitudes, con todos los desafíos y riesgos que ella implica, y desde adentro caminar con nosotros por la ruta que descubre el sentido de nuestra existencia. 

Al abrir nuestro corazón y nuestra mente a las señales que recibimos día a día, dispongámonos también para avanzar en medio de las dificultades, con empeño en nuestro esfuerzo y esperanza en la compañía del Emmanuel. 

Share on facebook
Share on twitter
Share on email