Sölle 3

Dorothee Sölle: Teología de la muerte de Dios

Dorothee Sölle (1929-2003) es una figura controversial en la teología alemana. Aunque pocos académicos la tomaron en serio y nunca fue profesora de esta disciplina en alguna universidad de su país, muchos activistas de movimientos sociales encontraron en su voz una aliada en la lucha por transformar la sociedad. El paso del tiempo le ha dado un lugar en el pensamiento religioso y, junto a Jürgen Moltmann y Johann-Baptist Metz, Sölle asciende al estrado de los teólogos políticos. En la actualidad, es considerada una de las teólogas más importantes del siglo 20. 

Nació en Köln. Pertenecía a una familia burguesa y protestante, aunque distanciada de la Iglesia. Dorothee era intérprete de piano. Estudió Filosofía y Filología clásica en su ciudad natal. Los estudios la llevaron a leer a Nietzsche, Heidegger y Kierkegaard. Las lecturas de este último la incitaron a profundizar en su fe cristiana. Por esto no terminó la carrera y se pasó a estudiar Teología y Germanística en las universidades de Freiburg y Göttingen. En sus estudios mantuvo un interés paralelo por la Teología y la Literatura, y llegó a escribir trabajos importantes para comprender el encuentro entre estas disciplinas. En 1971 se habilitó como profesora de la Facultad de Filosofía en la Universidad de Köln.

En su ensayo titulado Acerca de la relación entre Teología y literatura (Zum Verhältnis von Theologie und Literatur) Sölle dice que se interesa en la literatura para buscar en ella las huellas del lenguaje religioso. Se pregunta cómo el lenguaje literario tiene implicaciones teológicas. Basada en la metodología de Paul Tillich, busca en lo profano de la forma artística el interés por lo Divino, lo que su interlocutor llama la Preocupación Última (The Ultimate Concern).

En una recepción abierta del pensamiento de Bonhoeffer, quien invita a los teólogos a dialogar con el mundo de forma no-religiosa, y con la filosofía de Nietzsche, para quien Dios como concepto metafísico ha muerto, Sölle habla de una Teología de la muerte de Dios. Si en la época de Lutero los creyentes se preguntaban por un Dios de Gracia que liberase a las personas del peso de la Ley, en los tiempos de Sölle la pregunta se transforma en la siguiente: ¿dónde está Dios en medio del sufrimiento humano?

En La Gaya ciencia, Nietzsche habla de un loco que busca desesperadamente a Dios y luego descubre con terror que los seres humanos lo han matado. Heidegger interpreta que la muerte de Dios en Nietzsche no se refiere específicamente a dejar de creer en un Dios, sino a la muerte de un ideal que juzgue todos los valores de una cultura como absolutos (belleza, bondad, poder, valores), y a la ruptura con la diferencia entre un más allá y un más acá.

Sölle dice que el concepto de Dios ha muerto dentro de las iglesias y, de la mano de Nietzsche, piensa que estas no son más que las tumbas de aquel. Pero Dios vive en medio de las víctimas de la guerra, entre los desplazados y los oprimidos y, especialmente, en las luchas por la liberación y la construcción de una sociedad más justa. Dios ha muerto en el lenguaje religioso –lo mató el lenguaje de la ciencia–, pero vive y habla en el lenguaje del arte, la poesía y la música.

Por esto acuñó Sölle el concepto de Teopoesía y publicó, además de textos de crítica teológica y literaria, obras de poesía y reflexiones personales en prosas bien escritas.

Dios ha muerto en el lenguaje religioso –lo mató el lenguaje de la ciencia–, pero vive y habla en el lenguaje del arte, la poesía y la música.

Dorothee Sölle estuvo siempre comprometida con los movimientos estudiantiles que combinaban las reflexiones sobre fe cristiana y política. Tuvo además una estrecha relación con la Teología de la Liberación latinoamericana. Apoyó a las Comunidades de Base en Nicaragua y El Salvador. Leyó con detenimiento y luego escribió un Prólogo a El evangelio en Solentiname de Ernesto Cardenal. La experiencia de los cristianos latinoamericanos la llevó a interesarse por la Biblia como fuente de la teología, la literatura y la crítica social. Y esto la incitó a trabajar con la exégeta Luise Schottroff sobre textos bíblicos y pedagógicos para generar transformaciones sociales en Europa y en el mundo. Además, se comprometió con el feminismo y luchó por la igualdad de género en la Iglesia y la sociedad. 

De las Teologías Feminista y de la Liberación aprendió Sölle que la labor teológica no consiste en conocer la historia de los dogmas o en la exégesis considerada científica, sino en establecer un diálogo desde la fe con la realidad para encontrar a Dios en la situación social y proponer transformaciones significativas. Por esto su modo de entender la fe es considerado como el de un cristianismo místico y político. Como escribió en su autobiografía: “Toda frase teológica debe ser también política”. No encerró su teología en una oficina o en una biblioteca, sino que participó en marchas y protestas tanto en Alemania como en Estados Unidos y Canadá, como cuando provocó un escándalo ante la burocracia religiosa del Consejo Ecuménico de Iglesias, hablando de un modo políticamente incorrecto ante el foro de los reunidos: “Yo hablo ante ustedes como una mujer que viene de una de los países más ricos del mundo, de un país con una historia sangrienta que huele a gas putrefacto”.

Toda frase teológica debe ser también política.

El pensamiento de Sölle es esencialmente práctico. Su mayor aporte es, tal vez, la Oración política de la noche. Esta consiste en orar y comprometerse con la situación nacional y mundial, siguiendo –al estilo alemán– la metodología de la Lectura Popular de la Biblia, proveniente de la Teología de la Liberación Latinoamericana: Ver, Juzgar, Actuar. Los pasos que propone Sölle para esta liturgia, en medio de cantos, lectura de textos bíblicos y poemas, consiste, primero, en informar sobre los puntos esenciales de la situación política acerca de la que se quiere orar. Luego de esto se entra en un tiempo de meditación, silencio y lectura de textos literarios y religiosos acerca de la problemática. Y finalmente se realiza una acción combinada con oración, a veces incluso una discusión, guiada por la pregunta: ¿qué hacer frente a determinado escenario?

A su forma de vivenciar la espiritualidad, Sölle la llama una “mística de resistencia”. Ambas dimensiones son inseparables. La fe debe ser comprometida con la transformación de la realidad para rescatar, ante todo, al ser humano, aplastado bajo las máquinas y la productividad explotadora de la naturaleza.

Bajo la influencia del teólogo místico de la Edad Media, Meister Eckhart, Sölle invita a las personas a vivir sin porqué ni para qué.

La contemplación de la belleza es una forma de detener la producción en masa y la única forma de combatir la violencia del mundo y detener la competencia capitalista. La sociedad industrial promueve los logros y enseña que las personas deben ser “alguien” mediante la adquisición de dinero, la generación de ingresos y el valor del trabajo infatigable. Para Dorothee Sölle, la mística invita a quedarse quietos, a no hacer nada, a permitir que la tierra descanse. Esta forma de resistencia se opone a la obligación de la producción a gran escala e invita a una actitud de reposo, contemplación y asombro ante el milagro de la vida, como también al activismo, la indignación y la lucha.

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