Medidas para la pandemia, medidas para el adviento

1er Domingo de adviento

Creo que la pandemia nos ha cambiado en muchas cosas. Ha cambiado la forma como vemos y vivimos la vida, la manera como nos relacionamos con los demás y el aprecio que tenemos por esas relaciones. Nos ha hecho valorar algunas cosas que antes pasaban desapercibidas y dábamos por sentado, como los ratos junto a los amigos, las visitas, las comidas, salir de casa, poder ir al trabajo, a la escuela, entre otras cosas.

Puesto todo en perspectiva, no será la primera vez, ni la última, que las circunstancias externas nos empujarán a cambiar o a valorar ciertas cosas de una manera distinta. Ya antes hemos visto escenarios de amenaza, de transformación, de riesgo, de cambio. Pero esta vez, siendo un fenómeno global, la situación se hace más compleja porque hay un miedo generalizado.

El día de hoy empezamos la preparación para la celebración de la Navidad y nos tomamos un mes entero para estar listos. Es el tiempo del adviento, que con sus lecturas y símbolos nos va hablando de una transición de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. Es el tiempo para comprender la espera no como una actitud pasiva, sino como una oportunidad para vivir más intensamente y estar preparados para recibir a quien esperamos.

Este año, la pandemia se presenta como una coyuntura especial para asumir este tiempo litúrgico. ¿Cómo nos puede ayudar la realidad del coronavirus a vivir más intensamente este camino de adviento?

Preparar la celebración del nacimiento de Jesús es preparar la llegada de Dios a la vida, una llegada que se va dando por dosis pequeñas hasta el momento definitivo de nuestro encuentro con Él. En este sentido, el adviento nos habla de una llegada, la llegada de un Dios que se manifiesta de muchas maneras, que se hace tangible y presente.

 De una u otra manera, los países y las ciudades han tomado algunas precauciones para prevenir y frenar el contagio del virus. Lavarnos las manos y desinfectar las superficies, usar tapabocas, conservar la distancia y evitar aglomeraciones son algunas de las medidas preventivas a nivel personal.



Definitivamente, la pandemia hará que este año sea inolvidable. También podríamos aprovechar esta circunstancia para hacer de este adviento una experiencia memorable.

Se me ocurre que, de la misma manera como nos preparamos para evitar el contagio, mientras esperamos la vacuna tan anhelada, ¿podríamos también tomar algunas medidas en este adviento para prepararnos a celebrar la navidad de una mejor?

Propongo algunas:

  Convertir el distanciamiento social en una cercanía solidaria.  La distancia social, tan necesaria para evitar el contagio, puede ser revertida con unas medidas de solidaridad más eficaces y contundentes. Tal vez este año, en vez de intercambiar regalos entre nosotros, que tenemos lo necesario, ayudamos a algunas familias que lo están pasando mal porque perdieron el trabajo, porque no tienen para comprarle los útiles escolares a sus hijos, porque no han podido conseguir un mercado completo o pagar algunas de sus obligaciones.

  Transformar el escrúpulo en la limpieza por la delicadeza en las relaciones interpersonales. Así como procuramos mantener las manos y las superficies limpias, sería interesante si procuramos tener el mismo cuidado en nuestras relaciones interpersonales.  El respeto, la delicadeza, la honestidad, la asertividad, son formas de mantener relaciones más humanas, en consonancia con los valores evangélicos. Cuidar la forma como me relaciono con el otro, como una forma de expresar el amor de Dios.

    Estar alerta de los síntomas del coronavirus y a los malestares del alma. En nuestro ser interior también van apareciendo síntomas de malestar y enfermedad que pueden ser atendidos a tiempo y previenen enfermedades espirituales con consecuencias desastrosas. La ansiedad, la tristeza, la apatía o el desgano, el incremento de ciertos comportamientos obsesivos (adicciones, apegos, etc.) son señales de que algo más profundo está pasando. Estos comportamientos, en muchas ocasiones, son gritos desesperados de auxilio. Buscar ayuda en el diálogo, en la confesión, en la dirección espiritual, en la oración, entre otras, pueden ser formas de atender y cuidar el malestar del alma.

Definitivamente, la pandemia hará que este año sea inolvidable. También podríamos aprovechar esta circunstancia para hacer de este adviento una experiencia memorable y que la espera aumente en nosotros el anhelo de la promesa del Emmanuel.

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